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¿ERES UN “PECADOR”?






             No pretendo inmiscuirme en temas religiosos; lo que cada quien profese por Fe, en su corazón y su Alma, es exclusivamente de su incumbencia.

            Lo que pretendo es hacer una breve reflexión sobre lo que esta simple, y tan   tergiversada palabra, significa de origen y cómo puede ayudarnos en nuestros objetivos por alcanzar el éxito.

            Resulta que la palabra pecado viene a tener la misma significación en diferentes lenguas y culturas. Así tenemos, por ejemplo, que para los griegos pecado se decía “hamartia”, “fallo de la meta”, “no dar en el blanco”. En hebreo la palabra común para pecado es “jattáʼth”, que también significa “errar” en el sentido de no alcanzar una meta, camino, objetivo o blanco exacto. Etimológicamente proviene de la raíz indoeuropea “ped”, pie, y del latín “pediccus”, tropezar, que viene a significar “dar un mal paso” o “desviar el camino”.

            Como vemos, la palabra pecado está enfocada al sentido de no ser capaz de alcanzar una meta, desviarse del camino trazado y no dar en el blanco. Esto implica todas aquellas cosas que nos entorpecen, obstaculizan o se convierten en lastres que nos llevan a desviarnos de nuestro objetivo, que nos hacen dar “malos pasos” y tropezar constantemente, evitando que logremos conquistar nuestras metas. El hecho de que se tome exclusivamente en el sentido religioso es otra cuestión, que aquí no vamos a discutir.

            Cuando realizas algo que va en contra de LOS PLANES QUE TÚ MISMO HAZ TRAZADO literalmente estás cometiendo un pecado, un pecado contra tu objetivo. Debes aprender a tener en tu mente bien fija la idea de a dónde te diriges, cuál es el camino por el cual debes transitar y que te llevará a tu más grande éxito. A veces el camino puede parecer largo, se vuelve sinuoso, vemos cuestas escarpadas difíciles de escalar, creemos que estamos a punto de alcanzar la meta y al dar vuelta en una curva vemos solo un horizonte más grande.
           
            Lo maravilloso del viaje no es solo el llegar sino aquello que aprendes y en lo cual te conviertes en el trayecto. La vida no es una meta, es un viaje. Puede resultar de pronto desesperanzador el ver que tu objetivo no se acerca, pero esto es solo porque tienes la actitud equivocada al respecto; cambia tu manera de ver el sendero, disfruta del paisaje, de las personas que encuentras y con las que puedes compartir tus experiencias. Habrá personas que ya vienen de regreso, pregúntales cómo es el camino que te espera y aprende de ellos.           

            La vida puede darnos muchos reveses, ponernos en “aprietos”, pero en nosotros está la determinación de seguir adelante, de no detenernos. Podrá ocurrir que tengamos que bajar el ritmo, alentar el paso, mas por ningún motivo debemos detenernos. Si lo haces corres el riesgo de no volver a levantarte, de perder el ánimo y las fuerzas para continuar. Ten Fe en ti mismo, confía en tus recursos, cálzate con el Amor, la comprensión, la disciplina, esfuerzo y trabajo y disponte a andar por caminos que pocos se atreven a recorrer.

Si tropiezas y caes, ¡ LEVÁNTATE!, si vuelves a caer ¡ VUÉLVETE A LEVANTAR! Por ningún motivo permanezcas en el suelo llorando y rumiando tus penas.


            Recuerda:

                        “Si en la lid el destino te derriba; si todo en tu camino es cuesta arriba, si tu sonrisa es ansia insatisfecha, si hay faena excesiva y vil cosecha, si a tu caudal se anteponen diques... Date una tregua ¡pero no claudiques!” Rudyard Kipling



¿Sabes a dónde te diriges? 




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